Secundar la huelga en defensa del convenio colectivo de la hostelería les ha costado el puesto a tres trabajadores de Jardines Alberto. Así los denuncian los afectados, a los que, al parecer, el conocido restaurante, situado a escasos metros de las taquillas de la Alhambra, ha puesto en la calle “de forma injustificada” como presunta “represalia” por haberse sumado a los paros convocados los pasados 29 de agosto, 10 y 11 de septiembre, recriminan.

Los ya ex empleados, del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), defienden la “nulidad” de su despido al entender que “vulnera el derecho a huelga con el agravante” de que uno de los ceses se ha producido contra el delegado de la sección sindical. Para que esta “injusticia” no quede “impune” han emprendido acciones legales contra la empresa, a la que exigen su readmisión, y han iniciado una campaña sindical con piquetes informativos frente al negocio.

Los hechos se remontan al pasado agosto, cuando semanas antes de la huelga de la hostelería parte de la plantilla –nueve de los alrededor de quince empleados- celebraron una asamblea para decidir su postura ante el conflicto. Muchos condicionaron su decisión “a la actitud que adoptara la empresa por la situación de miedo generalizada en la hostelería”, cuentan Samir Amar, Daniel Galdeano y Francisco Vázquez, los tres afectados. “El metre como portavoz pidió al gerente que se posicionase porque, aunque se trata de un derecho reconocido en teoría, sabíamos que en la práctica podía haber represalías. La empresa traslada que se respetará la huelga y que únicamente se descontará el día de salario a aquellos que la secundasen, como marca la ley”, detallan.

Siete trabajadores deciden entonces sumarse a la huelga y un octavo muestra su apoyo. “A raíz de ahí el clima en el restaurante cambia” y los responsables de la empresa “empiezan a presionar psicológicamente a la plantilla para crear un ambiente de división entre los buenos que habían defendido sus intereses y los malos”, lamentan estos jóvenes, para los que la actitud de Jardines Alberto “jactándose de la caja que habían hecho ese día” contrasta con la de la mayoría de los negocios de la Alhambra, “donde el seguimiento del paro fue masivo”.

Así llega el primer despido, un día antes de la segunda jornada de paro. “Me llamó el gerente y me preguntó si iba a secundarla. Ante mi respuesta afirmativa me contestó que cogiera ese día libre y el mes de vacaciones para finalizar mi contrato, mientras incidía en que la decisión no se debía a que me sumara a la huelga, sino a la bajada de clientela”, cuenta Samir Amar, con un contrato eventual en ese momento, tras encadenar “tres años como extra”.

Tanto para él, como para sus compañeros, el ‘argumento’ esgrimido por la empresa “cae por su propio peso”, ya que al día siguiente “llamaron a dos extras que echaron todo septiembre”. “Ante la tensión y el miedo que generó su despido, la plantilla reculó en las siguientes jornadas de paro”, a las que solo se sumaron los tres (Samir ya sin empleo). “Eso nos señaló claramente”, afirma Galdeano, el segundo en perder su puesto.

Según cuenta, tras una inspección de oficio se “coacciona a la plantilla para que firme cuadrantes falsos” con intención de demostrar que no sobrepasaban las horas de trabajo y se reducían los descansos “cuando no era así”, por lo que ambos se niegan. La inspección también obliga a hacer fijos discontinuos a los eventuales, cosa que la empresa cumple con todos salvo con Galdeano al que “allí mismo” despiden para “amedrentar al resto”, advierte.

Vázquez se encontraba en el “punto de mira” cuando el SAT “legaliza la sección sindical” del restaurante con él como delegado. Tres días después –y en mitad de su descanso- la carta de despido llega al pueblo donde residen sus padres. “Me llamó mi familia para darme la noticia”, explica aún atónito por la “surrealista situación”.

De momento, los tres actos de conciliación han concluido sin acuerdo, ya que“la empresa reconoce el improcedente y ofrece dinero”, pero se niega al nulo, afirman los tres afectados, extremo que la empresa no ha confirmado al declinar hacer declaraciones, ya que el caso “está en manos” de su abogado. Acusa, no obstante, a los trabajadores de “manipular la verdad”. “Si tan mal se les ha tratado por qué insisten en su readmisión”, se pregunta el gerente.

Para los tres exempleados esta petición es cuestión de “justicia”. “Detrás de la estampa de la Granada del crecimiento turístico se esconde la cruda realidad laboral del sector”, se entristecen. La “precariedad” se está “normalizando” con la crisis, a la que muchos empresarios “se aferran” para “llenarse los bolsillos a costa de ampliar jornadas, reducir salarios y eliminar el contrato de la ecuación”, denuncian. “Si los trabajadores de la hostelería no nos levantamos, no habrá futuro”, defienden. Para subrayar sus palabras han convocado una concentración el 13 de diciembre, a las 12.00 horas, en la plaza del Carmen, no solo por lo que les ha sucedido, “también por la situación de la hostelería en general” .

En la calle tras secundar el paro de la hostelería